Diabetes y Enfermedades Crónicas
Es importante saber, especialmente si padecemos una enfermedad como la diabetes, que el tabaquismo es la principal causa de muertes prematuras que se podrían haber evitado. En la actualidad, una de cada diez personas muere a causa del cigarrillo y se estima que, para el año 2030, la proporción incrementará a seis de cada diez.
Sabemos que el cigarrillo aumenta el riesgo de padecer enfermedades del corazón. Con todo, parece que saberlo no influye en las personas que tienen diabetes y que fuman, aunque sepan que corren un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas por causa de su enfermedad.
Los estudios han demostrado que el estándar de tabaquismo en personas con diabetes es muy similar al estándar de los no diabéticos. Igualmente, estos estudios aportaron evidencias sólidas que establecen una relación entre el tabaquismo y el desarrollo de la enfermedad, de sus complicaciones y de un control inadecuado de la glucemia.
El estilo de vida de los fumadores, al contrario de los no fumadores, es otro aspecto que parece contribuir a estos efectos. Por esta razón, una parte esencial del tratamiento no farmacológico de la diabetes es dejar de fumar. En este sentido, la relación dosis-respuesta entre la cantidad que se fuma y la probabilidad de desarrollar esta y otras enfermedades crónicas es clara, aunque no haya un límite inferior para los efectos nocivos del cigarrillo.
Todos los tipos de tabaco son nocivos, sin importar la manera en la que se consuman. Incluso las personas que no lo inhalan y que, por ejemplo, solo se quedan con el tabaco en la boca, también presentan un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas.
Con respecto a los fumadores pasivos, los estudios han revelado claramente que existe un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas cuando se está expuesto al humo de tabaco. Asimismo, algunos estudios relevantes han demostrado que un no fumador que vive con una pareja fumadora o que trabaja con un fumador corre un 30% más de riesgo de padecer enfermedades crónicas.
Una buena noticia es que parte de los efectos nocivos del tabaco puede ser parcial o totalmente reversible cuando la persona deja de fumar y que, además de las ventajas observables a largo plazo, también se presenta a corto plazo una reducción del riesgo de padecer determinadas enfermedades, específicamente, en los primeros seis meses después de suspender el uso del tabaco.
A pesar de que la mayoría de las personas dejan de fumar por sí mismas, existen ayudas farmacológicas que mejoran la abstinencia. Las terapias individuales y de grupo, el apoyo de la pareja y de la familia, así como conseguir que personas cercanas dejen de fumar son medidas que ayudan a dejar el cigarrillo. Adicionalmente, con el propósito de proteger la salud de los no fumadores, muchos gobiernos han impuesto prohibiciones al consumo de tabaco en zonas comunes y entornos cerrados que han demostrado ser eficientes.
Es necesario motivar a todas las personas que fuman, independientemente de su edad, a que dejen de fumar. Algunos ejemplos de acciones útiles para tal fin incluyen la creación de impuestos sobre el tabaco, campañas en los medios de comunicación y políticas públicas. Pero la motivación de la persona será siempre el mejor incentivo para lograr el éxito. Así que, ¡ánimo! Hoy es el día de empezar a dejar de fumar.